Perder a un hijo durante el embarazo, en el parto o poco después del nacimiento es una de las experiencias más devastadoras que puede atravesar una persona. A pesar de ello, el duelo perinatal continúa siendo un tema poco visibilizado, incomprendido y con frecuencia silenciado. Esta falta de reconocimiento social no solo incrementa el sufrimiento de quienes lo viven, sino que también dificulta la posibilidad de iniciar un proceso de sanación real y acompañado.
En este post queremos darle el espacio que merece: explicaremos qué supone perder a un bebé en el embarazo o poco después de nacer, cómo se manifiesta este proceso, por qué suele considerarse una pérdida desautorizada y de qué forma podemos transitarla con cuidado, apoyo y comprensión. Porque hablar de este tipo de experiencias no solo es necesario, también es un acto de validación, amor y resistencia frente al silencio que aún pesa sobre ellas.
Índice
¿Qué es el duelo perinatal?
Es el proceso de dolor emocional y psicológico que atraviesan madres, padres y familiares tras la pérdida de un bebé durante el embarazo, en el parto o en los primeros días de vida. Engloba tanto el duelo gestacional como el neonatal, y representa una experiencia profundamente dolorosa que muchas veces no recibe el reconocimiento necesario.
Lo que lo hace especialmente complejo es que suele truncar un proyecto de vida que apenas comenzaba: nombres elegidos, ecografías enmarcadas, ropa preparada, planes de futuro… Todo se rompe de forma repentina, dejando una ausencia que duele tanto en lo físico como en lo emocional.
Además, a menudo no hay recuerdos materiales que validen esa pérdida: no existen fotos, huellas, documentos ni rituales. Esta falta de símbolos refuerza la idea de que “no ocurrió”, lo que puede invisibilizar el dolor y dificultar que las personas afectadas encuentren espacios seguros para sanar.
Las fases del duelo perinatal
Aunque cada persona transita a su manera el duelo perinatal, hay fases reconocidas por la psicología que pueden ayudar a comprender mejor este proceso. No se viven de forma lineal ni todas las personas atraviesan cada una, pero sirven como una guía para entender las emociones que suelen aparecer tras una pérdida tan profunda.
Negación: cuesta aceptar lo que ha pasado. Todo parece irreal y la mente necesita tiempo para asimilarlo.
Ira: aparece la rabia por lo ocurrido, por la injusticia, o por no haber podido hacer nada para evitarlo.
Negociación: se buscan explicaciones o incluso culpables, en un intento de encontrar sentido o recuperar el control.
Depresión: el dolor se vuelve más profundo y puede ir acompañado de tristeza intensa, insomnio o desesperanza.
Aceptación: se empieza a integrar la pérdida como parte de la vida y a encontrar una n forma de seguir adelante.
Estas etapas, aunque comunes, no son reglas fijas. Es posible sentir varias al mismo tiempo o saltarse alguna por completo. En este proceso, además, hay una dificultad añadida: la escasa validación social. Muchas veces el entorno no reconoce la magnitud de esta pérdida, y eso puede hacer que quienes la viven se sientan aún más aislados en su dolor.
La invisibilización de este duelo
Normalmente, éste se considera un duelo desautorizado. A nivel social, existe la creencia de que hay pérdidas que “duelen más” que otras. Se entiende el sufrimiento ante la muerte de un hijo adolescente, por ejemplo, pero no siempre se comprende el impacto de perder a un bebé en gestación. Esta mirada cultural, lejos de aliviar, añade una carga emocional difícil de sostener.
El resultado es un dolor silenciado. Muchas personas viven este proceso en la intimidad, sin poder expresar lo que sienten con libertad, sin encontrar el respaldo del entorno. La falta de validación, de espacios donde hablar, recordar o llorar, intensifica la herida. La pérdida pesa más cuando se vive sola, sin que nadie reconozca el lugar que ese bebé tenía en sus vidas.
Cómo superar el duelo perinatal
Superar no es olvidar. En el caso del duelo gestacional y perinatal, afrontar la pérdida implica aceptar el dolor, reconocer su legitimidad y aprender a convivir con la ausencia. No se trata de pasar página, sino de encontrar una forma propia de seguir adelante sin borrar al bebé que no llegó a quedarse. Algunas estrategias que pueden ayudar en este proceso son:
Hablar del bebé: ponerle nombre, contar su historia, escribirle cartas o conservar recuerdos. Todo ello ayuda a validar su existencia y a crear un vínculo que perdura.
Buscar acompañamiento emocional: la psicología perinatal online o los grupos de apoyo pueden marcar la diferencia. Compartir lo vivido con otros que han pasado por lo mismo es muy reparador.
Crear rituales simbólicos: como pueden ser una ceremonia, plantar un árbol, llevar un objeto especial… cualquier gesto que permita honrar y recordar esa vida.
Aceptar la ambivalencia emocional: es normal sentir tristeza, enfado, alivio o culpa al mismo tiempo. No hay emociones incorrectas: todas merecen espacio.
También conviene recordar que el tiempo como tal no borra el dolor, pero sí ayuda a transformarlo. Por ello, habrá días en los que parezca más liviano, y otros en los que regrese con intensidad. Lo importante es no juzgar lo que se siente y permitirse vivir el proceso con honestidad y cuidado.
Acompañamiento en el duelo perinatal
El acompañamiento durante este proceso es fundamental; sin embargo, muchas veces, familiares, amigos o compañeros de trabajo no saben cómo actuar ni qué decir. Surgen dudas: ¿cómo mostrar apoyo?, ¿qué palabras pueden consolar?, ¿cómo evitar herir? Lo esencial es no minimizar la pérdida ni usar palabras vacías. Evita expresiones como “ya vendrán más” o “todo pasa por algo”, que pueden hacer más daño que bien. En su lugar, muestra tu presencia de forma empática.
Algunas frases para el duelo perinatal que realmente ayudan son: “Lo siento mucho, no hay palabras, pero estoy aquí», “¿Quieres contarme sobre él o ella?”, “Estoy contigo, aunque no sepa qué decir.” A veces, no es necesario decir mucho. Estar presente, validar el dolor y acompañar sin juicios ni prisas es el gesto más valioso que puedes ofrecer. No se trata de dar soluciones, sino de sostener emocionalmente a quien atraviesa una pérdida tan profunda.
Recursos útiles y apoyos disponibles
Afortunadamente, cada vez hay más recursos disponibles para acompañar y sostener el duelo gestacional, perinatal y neonatal. No se trata de acelerar el proceso, sino de transitarlo con apoyo y herramientas que permitan sanar a tu propio ritmo. Desde ayuda profesional hasta espacios de contención emocional, hay opciones que pueden marcar una gran diferencia. Algunas son:
Psicólogos perinatales con formación específica en este tipo de pérdidas. En Tu Refugio, por ejemplo, cuentas con psicólogas especializadas que pueden acompañarte de forma segura y empática durante todo el proceso.
Grupos de acompañamiento, tanto presenciales como online. Compartir tu experiencia con personas que han pasado por algo similar puede ayudarte a sentirte comprendida y menos sola en el camino.
Libros recomendados que pueden ofrecer consuelo y perspectiva. Algunas lecturas como La cuna vacía de Anji Carmelo o El vacío que dejó tu abrazo de Pilar Polo son especialmente útiles.
Rutinas y hábitos que favorecen el equilibrio emocional. Escribir lo que sientes, caminar, meditar, hacer yoga, leer, estar en contacto con la naturaleza o con personas cercanas puede ayudarte a reconectar contigo.
Contar con una red de apoyo, tanto profesional como emocional, pero sí ayuda a sostenerlo y a integrar la pérdida de una forma más amable. Encontrar ese acompañamiento es, muchas veces, el primer paso hacia la sanación, ya que permite transitar la pérdida con más comprensión, contención y sentido. Esto marca una gran diferencia en el camino de sanación.
El duelo perinatal es una herida invisible para la mayoría, pero profundamente real para quienes lo atraviesan. Hablar de ello, ponerle nombre, compartirlo sin miedo, es una forma de empezar a sanar. También es una manera de rendir homenaje a esos bebés que, aunque estuvieron poco tiempo, dejaron una huella imborrable en la vida de sus padres. Reconocer este tipo de pérdida es esencial, porque el silencio duele tanto como la ausencia.
Como sociedad, tenemos el reto de validar este tipo de pérdida, de no minimizarla ni apurar el proceso, y de ofrecer espacios seguros donde cada persona pueda transitar lo vivido a su manera. Porque cada vida, por breve que sea, merece ser recordada, y cada historia merece ser acompañada. Este artículo es, en sí mismo, un acto de visibilización. Para que nadie más tenga que esconder su dolor. Para que el amor por un hijo no nacido tenga un lugar legítimo en el corazón… y también en el mundo.